lunes, 20 de diciembre de 2010

El conflicto del Sáhara Occidental


Las ideas colonialistas que se extendían por Europa desde principio del siglo XIX, así como la creciente atención de las grandes potencias en el continente africano, que encerraba grandes posibilidades de reparto, tuvieron su eco en España iniciándose, en 1884, su presencia colonial en el Sáhara Occidental. Las fronteras del nuevo territorio quedaron delimitadas en sucesivos tratados hispano-franceses, aunque no fue hasta 1934 cuando los jefes tribales saharauis firmaron su "sometimiento amistoso" a las autoridades españolas. Casi un cuarto de siglo después, el Gobierno emitió un Decreto según el cual tanto los dos territorios del África Occidental, Ifni y Sáhara, como la Guinea Ecuatorial, adquirieron el estatus de provincias, equiparables a todos los efectos al resto de las que componían la nación española.


En diciembre de 1973, el Gobierno español dio un nuevo giro en su postura y empezó a preparar la independencia del Sáhara, anunciando, meses más tarde, que en el primer semestre de 1975 se celebraría el referéndum de autodeterminación.
En el seno de Naciones Unidas no fue bien recibida la decisión de Marruecos. Por su parte, España había iniciado su propia estrategia y efectuaba un doble juego, por una parte, defendía ante la ONU el proceso de autodeterminación del Sáhara, pero, por otra, mantenía contactos con Marruecos, con el fin de llegar a un acuerdo y evitar un conflicto armado. Finalmente, el 8 de noviembre el monarca alauí pronunció un discurso a su nación en la que pedía a la Marcha Verde su regreso al punto de partida.


La cesión del territorio.

El 14 de noviembre de ese mismo año, en los Acuerdos Tripartitos de Madrid, el Gobierno español entregó la administración del Sáhara a Marruecos y Mauritania. El futuro del territorio se había resuelto sin consultar a la población saharaui ni con la aprobación del Frente Polisario, creado en 1973 para luchar por la independencia contra la potencia colonial y para defender su territorio de cualquier ataque contra su integridad territorial, especialmente de Marruecos que desde el otro lado de la frontera soñaba con la expansión a costa del Sáhara.


El 26 de febrero de 1976, en una carta dirigida al Secretario General, el representante permanente de España ante la ONU daba por finalizada la presencia española en este territorio. Había cedido a Marruecos y Mauritania la administración del territorio - por lo que se consideraba desligada en lo sucesivo de toda responsabilidad de carácter internacional con relación a la misma- pero no su soberanía, puesto que ésta le correspondía única y exclusivamente al propio pueblo saharaui.

CONFLICTO DEL SAHARA

El fin de la provincia

Tras su independencia, Marruecos reclamó el territorio del Sáhara Occidental como parte de su "Gran Marruecos". En 1967, la ONU recomendó la descolonización del territorio en tanto que poco después, Mauritania también se sumó a las reclamaciones territoriales marroquíes.

Entre tanto, comienza la agitación nacionalista en el Sáhara Occidental. En 1968 se crea el Movimiento de Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro bajo el liderazgo de Sidi Brahim Bassiri. La represión de un brote nacionalista en El Aaiún, el 17 de junio de 1970 concluye con 40 muertos y cientos de detenidos. Bassiri es arrestado y nunca se volvió a saber de él. Probablemente las fuerzas de seguridad españolas le asesinaron poco tiempo después de su arresto. Poco después, en 10 de mayo de 1973, se crea el Frente Polisario (Frente Popular para la Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro), que comienza la lucha armada contra España. Su primera acción tiene lugar el 20 de mayo de ese año con 17 combatientes que tan sólo contaban con cinco armas. Los choques armados se sucederían durante los siguientes meses.

En 1974, España anuncia sus planes para conceder mayor autonomía a los saharauis y para celebrar un referéndum durante la primavera de 1975. Marruecos se opuso al proyecto español, en tanto que la ONU forzó a España a suspender el referéndum y a acudir al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. En septiembre de 1975, se emitió el dictamen que, sin embargo, no clarificó qué debía hacerse (condena las pretensiones de Mauritania y Marruecos sobre el Sáhara Occidental pero tampoco reconoce el derecho a la autodeterminación de la zona). La situación se fue deteriorando hasta que el rey Hassán II de Marruecos organizó la llamada Marcha Verde (16 de octubre de 1975). Mientras tanto, la administración española organiza la Operación Golondrina, una operación para evacuar a los españoles del territorio. Se llevarían hasta los cadáveres de los cementerios. El 6 de noviembre de 1975, unos 300.000 marroquíes desarmados concentrados en la ciudad marroquí de Tarfaya, cerca de la frontera, se internan en el Sahara Occidental. Poco antes (31 de octubre), tropas marroquíes habían cruzado la frontera noroeste del Sahara Occidental y enfrentado a tropas del Polisario.

En este clima de tensión, agravado por la agonía de Franco en España, Marruecos, Mauritania y España firman en Madrid (14 de noviembre de 1975) un acuerdo por el que España se comprometía a poner fin a su presencia en el Sahara el 28 de febrero de 1976 y a compartir hasta entonces la administración del territorio del Sahara Occidental con Mauritania y Marruecos. Este acuerdo contó con la oposición frontal de Argelia y del Frente Polisario. Ante la presión de la Marcha Verde, las guarniciones españolas se habían retirado a El Aaiún, Smara y Villa Cisneros.

Tropas mauritanas y marroquíes empiezan a ocupar las ciudades del Sahara Occidental (Smara, 27 de noviembre; El Aaiún, 11 de diciembre; La Güera, 20 de diciembre; Villa Cisneros, 9 de enero). Los saharauis empiezan a abandonar las ciudades (noviembre 1975-febrero 1976) para instalarse en el desierto. Tras los bombardeos marroquíes de los campos, finalmente terminarían en campos de refugiados en Argelia.

El 26 de febrero de 1976, los últimos soldados españoles abandonaban el Sahara Occidental. Aquella misma noche, cuando las tropas marroquíes ya habían entrado en el territorio, el Frente Polisario proclamaba la constitución de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). El 14 de abril, Mauritania y Marruecos firmaban un acuerdo en Rabat por el que se repartían el país: los dos tercios más al norte para Marruecos y el tercio restante para Mauritania.

Hasta hoy

Las guerrillas del Polisario, con base en Argelia, lanzaron, entre 1976 y 1978, continuos ataques contra las tropas marroquíes y mauritanas en el Sahara Occidental (llegan incluso a atacar la capital de Mauritania). Consecuencia de esta guerra de desgaste, Mauritania renunció a sus pretensiones territoriales en el Sahara y en 1979, firmó la paz con el Frente Polisario (Acuerdo de Argel). Sin embargo, su lugar es ocupado por Marruecos, que proclama su soberanía sobre la totalidad del territorio del Sahara Occidental.

Es después del abandono de Mauritania cuando la RASD consigue su mayor reconocimiento internacional. Admitida formalmente en la Organización para la Unidad Africana (OUA) en 1982, consigue estatus de pleno derecho en 1984 (lo que origina el abandono de ésta por parte de Marruecos). En 1985, ya había sido reconocida oficialmente por 61 países. Ese año, las Naciones Unidas instan a una negociación entre las partes y a la celebración de un referéndum en el Sahara Occidental con la retirada previa de las tropas marroquíes.

Sin embargo, sobre el terreno, las operaciones militares empiezan a torcerse para el Frente Polisario, con la construcción por Marruecos de una línea defensiva en pleno desierto. En agosto de 1980, Marruecos comienza la construcción del muro, el cual divide el territorio del Sahara Occidental de norte a sur. Terminado en abril de 1987, mide 2.720 kilómetros, protegiendo los yacimientos de fosfatos de Bucraa, El Aaiún y Smara, hecho de arena de al menos 2 metros de alto, esta rodeado de campos minados posee fortalezas cada 5 Km. y esta resguardado por más 100.000 soldados.[1]

Finalmente, en agosto de 1988, Marruecos y el Frente Polisario dan su visto bueno a un plan de paz elaborado por la ONU y la OUA, que planean el alto el fuego y el control del territorio del Sahara por una misión de las Naciones Unidas, la cual prepararía la celebración de un referéndum sobre el futuro del territorio.

Las conversaciones comienzan en 1989, pero pronto surgen las dificultades, especialmente debido a discrepancias sobre el censo que debía usarse en la consulta. El Frente Polisario sostiene que la base del censo debería ser el censo español de 1974, en tanto que Marruecos sostiene que el referéndum debe contemplar a los actuales pobladores del territorio. De esta forma, el referéndum se fue aplazando. El 29 de abril de 1991, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en su resolución 690, decidió establecer la misión para el referéndum (MINURSO, Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental), que se despliega en el territorio ese mismo año, cuyo objetivo es, además de preparar la consulta, supervisar el alto el fuego. Aunque la consulta está prevista para 1992, ésta no se produce debido a las discrepancias sobre el censo. La década de los noventa transcurre entre intentos de elaborar un censo para el referéndum, entre continuas discrepancias entre ambas partes. Entre tanto, Hassán II de Marruecos decreta la división del Sahara Occidental en provincias, equivalentes a las marroquíes. En 1999, se publica el primer censo electoral (con más de 86.000 votantes). Sin embargo, la situación sigue estancada.

En enero de 2000 se completó el nuevo censo, pero de nuevo los desacuerdos entre Marruecos y el Frente Polisario impiden la celebración del referéndum. Ese año, Marruecos expresa su intención de negociar con el Frente Polisario la concesión de cierta autonomía al Sahara Occidental, pero cerrando la puerta a cualquier referéndum. En enero de 2003, el enviado especial de la ONU, el antiguo secretario de estado estadounidense, James Baker, se entrevistó con representantes de ambas partes proponiéndoles una programa (Plan Baker II) que incluía una amplia autonomía del Sahara Occidental dentro de Marruecos como fase previa a la celebración de un referéndum sobre el estatus final del territorio en un plazo de cuatro años. Tanto Marruecos como el Polisario rechazaron la propuesta en marzo. No obstante, el Frente Polisario cambió de opinión en julio, aceptando el plan. No así Marruecos, que seguía manteniendo la marroquinidad del Sahara y su rechazo a la opción de la independencia. Para favorecer su aceptación, se aceptó incluir la posibilidad de una amplia autonomía dentro de las opciones del referéndum. El mandato de la MINURSO se prolongó (en la resolución 1570 de 28 de octubre de 2004, el Consejo de Seguridad extendío el mandato de MINURSO hasta el 30 de abril de 2005), pero hasta el momento no se ha llegado a ninguna solución ni, por descontado, a la celebración de ninguna consulta. Mientras tanto, los refugiados saharauis siguen en el desierto argelino, fundamentalmente en los Campos de refugiados de la provincia de Tinduf.

El presidente de la ONU, Kofi Annan, llegó a decir a finales de su mandato que el conflicto del Sahara tenía una muy difícil solución. Los estados miembros de la ONU no han sido capaces hasta el momento de hacer cumplir las resoluciones de la ONU. El referéndum parece atrasarse sine die.

En 2005, los principales núcleos urbanos del Sahara Occidental se convirtieron en el escenario de graves protestas en contra de la ocupación marroquí. El 25 de mayo de 2005, la policía marroquí disolvió la manifestación pacífica en apoyo de la independencia y al Frente Polisario. En noviembre de 2010 la policía marroquí disolvió un campamento de protesta en las afueras de El Aaiún, comenzando después una serie de protestas de la población saharaui en la propia ciudad, con la posterior intervención de las autoridades marroquíes.


_Dario_








35 años sin resolver el conflicto. Éste es el tiempo que llevan sin encontrar una solución el pueblo saharaui y el marroquí en sus disputas territoriales por el Sáhara Occidental. Una historia más en África de una zona mal gestionada por sus colonizadores cuando abandonaron el control, en este caso de España que ha dejado abierta una disputa más en la historia de la convivencia entre los seres humanos que puede resumirse por el control de la tierra.

35 años que se saldan con una guerra sin cerrar, un pueblo dividido entre el exilio y la ocupación y una situación de inestabilidad que afecta a todo el Magreb. Las posturas irreconciliables de las partes, la poca efectividad de la ONU para llevar a cabo sus resoluciones y la pasividad de la comunidad internacional ante el conflicto son algunas de las razones que explican que todavía no se haya encontrado una solución al "problema" del Sáhara Occidental.

Por una parte, el pueblo saharaui y, por otro, el Frente Polisario que lucha por echar de este territorio a las fuerzas "de ocupación" marroquíes. Éstos últimos consideran esta región como una más perteneciente al reino alauí.

Cabe recordar los orígenes de esta disputa territorial para comprender el problema de hoy, que ha saltado a los medios de comunicación con fuertes y violentos enfrentamientos entre la policía marroquí y los ciudadanos saharauis que, según diversas fuentes de información todavía confusas porque no se ha podido desplazar ningún periodista internacional en El Aaiún, se habrían saldado con varios policías marroquíes muertos en los enfrentamientos en un campamento del Sáhara Occidental.

Esta región fue una colonia española hasta 1975, cuando Marruecos lo invadió mediante laMarcha Verde. Para entonces, España ya se había comprometido, a instancias de la ONU, a iniciar los trámites de descolonización que contemplaban la convocatoria de un referéndum para la independencia del Sáhara. El referéndum sigue pendiente de celebrarse y la ONU no acaba de fijar una fecha para que pueda celebrarse.

Con la salida de España del territorio comenzó a librarse una guerra que enfrentó al Frente Polisario con sus vecinos del norte y el sur: Marruecos -que invadía el territorio por el norte,- y Mauritania -que hacía lo propio desde el sur-. En 1979, Mauritania, al borde de la quiebra, firma la paz con el Frente Polisario y renuncia a sus pretensiones sobre el territorio.

En 1991 las partes firmaron un alto el fuego auspiciado por la ONU, que asumió la responsabilidad de buscar una salida pacífica al conflicto y estableció su Misión para elReferéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO). Se inició la identificación de los potenciales votantes y el secretario general y el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) fijaron la fecha de la celebración del referéndum para febrero de 1992. La consulta nunca llegó a celebrarse.

La invasión marroquí obligó a decenas de miles de saharauis a huir al desierto argelino y vivir en campos de refugiados, localizados en la región de Tinduf al sur de Argelia donde viven alrededor de 500.000 saharahuis. Los que no pudieron huir permanecen en el territorio ocupado por Marruecos bajo su hegemonía y residen en ciudades como El Aaiún, donde viven miles de saharauis en una zona dominada por la población marroquí.

Precisamente, en uno de esos campamentos, en el de Agdam Izik, ubicado en la ciudad de El Aaiún, es donde ha estallado la violencia estos días y donde diversas fuentes y el Frente Polisario aseguran que junto con los policías muertos han perdido la vida 19 saharauis.

El conflicto del Sáhara occidental, latente desde hace más de tres décadas, vuelve a la actualidad internacional tras los peores enfrentamientos desde que España abandonó la colonia en 1975.

La chispa saltó el lunes a las afueras del Aaiún, tras el violento desalojo del campamento de protesta de ‘Gdeim Izik’ .

La batalla campal entre saharauis y miembros del Ejército marroquí dejó varios muertos y heridos aunque las cifras varían en función de las fuentes.

En el campamento había 20.000 saharauis que reivindicaban una mejora de sus condiciones sociales y económicas. Lo explica este activista:

Lahcen Dalil:
“Los activistas quieren que se celebre un referéndum, que Naciones Unidas organice un referéndum para la autodeterminación, porque aquí en el Sáhara Occidental tenemos una vida muy dura, y hemos perdido la paciencia, no podemos estar más tiempo sin una solución duradera”

El Frente Polisario espera esa consulta desde el 75. El gobierno de Franco había iniciado ya la descolonización, que contemplaba la convocatoria de un referéndum para la independencia del Sáhara.

Pero cuando Marruecos respondió con la conocida Marcha Verde y se anexionó el Sáhara Occidental, España se sacudió la responsabilidad y abandonó el territorio.

Tras 16 años de guerrilla, en 1991 las partes alcanzaron un alto el fuego auspiciado por la ONU.
Desde entonces, la parte norte y oeste del Sáhara Occidental está bajo control marroquí, y la parte Este, fronteriza con Mauritania y Argelia está en manos del Frente Polisario.

Desde 2007, Marruecos y el Frente Polisario se han reunido en varias ocasiones pero las posturas siguen siendo irreconciliables. Marruecos se niega a negociar cualquier otra propuesta que no sea el plan de autonomía para el Sáhara Occidental, y para el Frente Polisario, la condición sine qua non es la convocatoria de un referéndum de autodeterminación.

Nuevas claves en el conflicto del Sáhara Occidental

La prolongada situación “ni paz ni guerra” favorece a Marruecos, pero las nuevas generaciones saharauis trasladan sus reivindicaciones al interior con una creciente solidaridad internacional


El escenario más previsible de la crisis del Sáhara Occidental es una prolongación de la situación actual, ni de guerra ni de paz. Teóricamente, semejante contexto favorece al actor mejor posicionado y a su política de hechos consumados sobre el terreno: la apuesta marroquí por una estrategia dilatoria parte de la convicción de que el paso del tiempo erosiona más contundentemente al actor más débil que al más fuerte. No obstante, cabe advertir cierta debilidad en la estrategia marroquí. Ante la ausencia de expectativas creíbles para liberarse de la ocupación marroquí, se observa un desplazamiento del epicentro del movimiento de resistencia saharaui desde el exilio hacia el interior, con una evidente renovación generacional. Sin olvidar, por último, la creciente implicación de la sociedad civil española y transnacional; y que la información juega un papel crucial ante una sociedad internacional de Estados que se muestra indiferente a la tragedia saharaui. Por José Abu-Tarbush.



Foto: Kaosenlared.
Foto: Kaosenlared.
El asalto y desmantelamiento del campamento Gdeim Izik, símbolo de un original movimiento de protesta y resistencia civil saharaui escenificado en las afueras del El Aaiún, ha puesto nuevamente de relieve la persistencia de este conflicto.

Su irresolución se prolonga desde hace unas cuatro décadas, cuando España acometió una pésima descolonización del territorio a mediados de los años setenta.

Desde entonces la lucha por el control exclusivo del territorio del Sáhara occidental entre Marruecos y el Frente Polisario no ha cesado, adquiriendo nuevas manifestaciones en medio de un cambiante escenario geopolítico y geoeconómico regional e internacional.

Orígenes del conflicto: una pésima descolonización

La colonización española del Sáhara occidental comenzó a finales del siglo XIX, cuando las potencias europeas se repartieron el continente africano en la Conferencia de Berlín de 1885, en un intento de gestionar sus rivalidades expansionistas. España era entonces una potencia colonial venida a menos, con un claro declive de su otrora influencia externa; y, en consecuencia, se conformó con un territorio periférico e inhóspito en el noroeste africano, cercano al archipiélago canario.

Madrid incluso tuvo problemas para ejercer una autoridad efectiva sobre sus nuevos dominios territoriales y población (de tradición eminentemente nómada), que sólo logró controlar adentrado el siglo XX. En un intento por reafirmar y prolongar su presencia, el Sáhara occidental fue declarado provincia española en 1958. Sin embargo, semejante medida no impidió el inexorable proceso de descolonización iniciado en Asia y África desde la posguerra. Tendencia que en la década de los sesenta se vio reforzada y legitimada con la resolución 1514 (XV), adoptada en diciembre de 1960 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y considerada como la “Carta Magna de la Descolonización”.

Pese a la política dilatoria de la potencia colonial (creación de un partido saharaui de obediencia española, sistemático aplazamiento del referéndum de autodeterminación, lento y pesado despliegue diplomático y, en definitiva, renuencia a su descolonización), la situación se fue volviendo cada vez más insostenible. Las crecientes presiones ejercidas sobre Madrid procedían de los dos principales actores políticos de la inminente disputa, los nacionalistas saharauis y la monarquía marroquí.

Sus posiciones, diametralmente opuestas, eran secundadas respectivamente por Argelia y Mauritania, los otros dos actores regionales que se mantenían en un teórico segundo orden. A su vez, en la escena internacional, Washington se inclinaba activamente a favor de su aliado marroquí, posición compartida igualmente por Francia. Por su parte, la ONU, que había experimentado un importante aumento de sus Estados miembros a raíz de la descolonización, se mantenía firme en su exigencia a la potencia colonial para que celebrara el referéndum de autodeterminación.

Paradójicamente, la sensación de mayor vulnerabilidad en la toma de decisiones en Madrid no procedía sólo de las amenazas y presiones externas, sino también de su significativa debilidad interna, personalizada en la enfermedad y agonía de su jefe de Estado. Su inminente desaparición introducía un clima de gran incertidumbre, agravado por la creciente contestación política interna.

Acompañada de un intenso cambio social, la sociedad española experimentaba una fuerte politización, con expresiones políticas e ideológicas polarizadas, nacionalistas e incluso violentas (ETA había eliminado al presidente del Gobierno, el almirante Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973, considerado como el hombre fuerte del régimen y sucesor de Franco).

Este simbólico y transitorio vacío de poder fue hábilmente aprovechado por Rabat, sobre todo a raíz del pronunciamiento del Tribunal Internacional de Justicia en septiembre de 1975. Su dictamen era contrario a la tesis de Marruecos (y, por extensión, de Mauritania). Por tanto, sus reivindicaciones sobre la presunta marroquinidad del Sáhara quedaban políticamente deslegitimadas y sin fundamento jurídico alguno.

La respuesta marroquí no se hizo esperar. Un mes después inicia la Marcha Verde. Unos 350.000 marroquíes son alentados por su gobierno para que ocupen el Sáhara en un claro desafío de la menguante autoridad que todavía detentaba España en el territorio. Los civiles marroquíes son precedidos por unidades de su ejército (unos 25.000 soldados), que comienzan a desplegarse en el noroeste del Sáhara y a protagonizar algunos combates con los guerrilleros del Frente Polisario.

España, que había mostrado una pobre colonización del Sáhara occidental, evacuó a sus nacionales y evitó la temida confrontación. En esta delicada tesitura, se firman los acuerdos tripartitos de Madrid, el 14 de noviembre de 1975, mediante los que España se compromete a retirarse del territorio en febrero de 1976 y ceder su administración a los otros dos Estados firmantes, Marruecos y Mauritania.

La descolonización del Sáhara español quedó inconclusa e incluso adoptó una dirección contraria a la recomendada por la ONU. La retirada española fue rápidamente interpretada por la oposición política a la dictadura como un pliegue de Madrid a las exigencias de Rabat y Washington. Desde entonces, y pese a la ambigüedad y cambio de posición de algunos políticos de la transición, la conciencia de corresponsabilidad con la situación del pueblo saharaui no ha dejado de crecer en el seno de la sociedad civil española.

De hecho, la cuestión saharaui es uno de los pocos ejemplos de cómo algunas crisis internacionales son vividas con el mismo interés y pasión que las controversias nacionales. Para muchos ciudadanos, el abandono de los saharauis a su propia suerte sigue siendo la asignatura pendiente de la política exterior española desde la transición, que no se ha podido enmendar con la supuesta “neutralidad activa” que mantiene España en el conflicto.


Nuevas claves en el conflicto del Sáhara Occidental
Desarrollo del conflicto y perspectivas de resolución

Tras la retirada española en febrero de 1976, el Frente Polisario proclama la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). A su vez, los ejércitos marroquí y mauritano se adentran en el territorio saharaui, donde se encuentran con la resistencia de la guerrilla del Polisario. La primera víctima que se cobra la agresión es el desplazamiento forzado de una buena parte de la población saharaui hacia los campos de refugiados de Tinduf en Argelia. Los enfrentamientos tienen un desigual y variable resultado.

En un primer momento, el Polisario consigue neutralizar a Mauritania, que se retira de la contienda y renuncia a sus pretensiones en el Sahara occidental en 1979. Repliegue que permite a los saharauis centrar todas sus fuerzas en combatir a su más potente enemigo, Marruecos. Pero el equilibrio de fuerzas comienza a invertirse con la construcción de los muros tras los que se atrinchera Marruecos, dificultando las incursiones y efectividad de la guerrilla saharaui. El avance militar marroquí se consolida en lo que se considera el Sáhara útil; esto es, donde se encuentran sus principales recursos naturales: fosfatos, pesca y, según algunas prospecciones, petróleo y gas natural.

La indefinida prolongación del statu quo pareció animar la tregua alcanzada en 1991. El reemplazo de las armas por la vía político-diplomática no fue ajeno a los cambios operados en la estructura de poder del sistema internacional con el fin de la Guerra Fría y la desaparición de la URSS; y del subsistema regional magrebí, en particular, la guerra civil larvada en Argelia, principal bastión de apoyo de los saharauis. Desde entonces, las conversaciones entre el Polisario y Marruecos no han logrado concretarse en ningún acuerdo o avance significativo, pese a los sucesivos planes barajados durante todo este tiempo.

Las posiciones de las partes siguen sin aproximarse y es muy probable que sigan manteniéndose inamovibles en un futuro inmediato. Por tanto, el escenario más previsible es una prolongación de la situación actual, ni de guerra ni de paz. Teóricamente, semejante contexto favorece al actor mejor posicionado y a su política de hechos consumados sobre el terreno. La apuesta marroquí por una estrategia dilatoria parte de la convicción de que el paso del tiempo erosiona más contundentemente al actor más débil que al más fuerte. De ahí su sistemático rechazo a las diferentes iniciativas de paz (celebración de un referéndum de autodeterminación, Plan Baker I y II) y, en contraposición, su oferta de una dudosa autonomía que cuenta con la negativa saharaui.

No obstante, cabe advertir cierta debilidad en la estrategia marroquí. Hasta la fecha, Rabat concentraba la mayor parte de su atención en los saharauis de la diáspora y su movimiento de liberación nacional, sin prestar mayor cuidado a los saharauis bajo su ocupación militar. Consideraba que la amenaza y el uso de la fuerza eran herramientas suficientes para obtener su subordinación política e incluso su asimilación.

Pero las décadas de ocupación, represión y agravios no han contribuido a doblegar la voluntad política de los saharauis de ser un día libres e independientes. Por el contrario, su conciencia nacional y nacionalista se ha incrementado. A ello se suma una nueva tendencia. Ante la ausencia de expectativas creíbles -procedentes del exterior- para liberarse del yugo de la ocupación marroquí, los saharauis de los territorios ocupados parecen decididos a asumir el protagonismo de su propio destino.

En este sentido, se observa un desplazamiento del epicentro del movimiento de resistencia saharaui desde el exilio hacia el interior, con una evidente renovación generacional. La mayoría de sus jóvenes han nacido bajo el régimen de ocupación marroquí, están familiarizados con el mismo y han rebasado el umbral del miedo. De ahí que se muestren desafiantes con sus acciones colectivas de protesta.

Con el establecimiento del campamento de Gdeim Izik los saharauis de los territorios ocupados simbolizaron el exilio interior al que están sometidos, al mismo tiempo que retiraban su obediencia política a la ocupación. Sin olvidar, por último, la creciente connivencia, solidaridad e implicación de la sociedad civil española y transnacional; y en la que la información juega un papel crucial ante una sociedad internacional de Estados que se muestra indiferente a la tragedia saharaui.




Jose Abu Tarbush es Profesor titular de Sociología de la Universidad de La Laguna, donde imparte las asignaturas de Sociología del desarrollo y de las relaciones internacionales. Autor de los libros: La cuestión palestina: identidad nacional y acción colectiva. (Madrid, 1997); e Islam y comunidad islámica en Canarias: prejuicios y realidades. (La Laguna, 2002). En esta misma línea de investigación, es coautor de obras colectivas como España y la cuestión palestina (Madrid, 2003); Oriente Medio: el laberinto de Bagdad(Sevilla, 2004); The Palestinian Diaspora in Europe: Challenges of Dual Identity and Adaptation. (Palestina, 2005); El mundo árabe e islámico: experiencia histórica, realidad política y evolución socio-económica. (Bilbao, 2006).

jueves, 16 de diciembre de 2010

EL SAHARA

La raíz del conflicto en el Sahara Occidental

En 1975 España entrega a Marruecos y Mauritania el Sahara occidental, obligado por una inteligente estrategia de Hassan II ; la conocida "marcha verde". O dicho de otra manera; el Sáhara Occidental fue colonia española hasta 1975, cuando Marruecos lo invadió mediante la Marcha Verde.

Para entonces, España ya se había comprometido, a instancias de la ONU, a iniciar los trámites de descolonización que contemplaban la convocatoria de un referéndum para la independencia del Sáhara. Sin embargo, la Marcha Verde sorprendió a España en un momento en el que Franco agonizaba, y optó por sacudirse la responsabilidad abandonando el territorio. El referéndum sigue pendiente de celebrarse.

La cuestión del Sahara se considera aún un conficto abierto hasta que la ONU y Marruecos no terminen de encontrar la solución definitiva al problema.


¿Qué pasó con la población saharaui?

La invasión marroquí obligó a decenas de miles de saharauis a huir desierto adentro hasta territorio argelino, donde levantaron, cerca de la ciudad de Tinduf, campos de refugiados. Exiliados en ese rincón del desierto más duro del planeta, alrededor de 160.000 saharauis sobreviven desde hace 30 años en precarias condiciones esperando regresar a su tierra.

Los que no pudieron huir en 1975 permanecen en el territorio ocupado por Marruecos. Organizaciones como Human Rights Watch, Amnistía Internacional o la Organización Mundial contra la Tortura han denunciado repetidas veces la constante violación de los derechos humanos que sufre la población saharaui que vive bajo bandera marroquí. Detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones son las principales muestras del hostigamiento y la persecución que padece este pueblo.

Sandra Chabrera.

El conflicto de sahara


El 14 de noviembre de 2005 se cumplieron 30 años de los Acuerdos Tripartitos de Madrid por los que el último Gobierno de la dictadura ponía fin a la presencia colonial española en el Sahara Occidental, cedía la administración temporal a Marruecos y Mauritania -que renunciarían a la misma en 1979-, aunque no la soberanía (obviamente, nadie puede dar lo que no le pertenece...), y formalmente dejaba en un precario stand-by la conclusión del proceso hasta que "la opinión de la población saharaui se haya expresado válidamente" (según declarara Jaime De Piniés, embajador de España en la ONU, el 26 de febrero de 1976).

La enfermera vasca Gurutze Irizar, que vivió los primeros quince años de historia de los campamentos saharauis, narra en su cruda crónica del 4/11/05: "Marruecos intentó en su día un genocidio bombardeando con napalm a la población saharaui que huía de la invasión (no me lo han contado, yo estaba allí). Además, tiene el 'honor' de ser, después de Israel, el país que más resoluciones de Naciones Unidas ha incumplido. Según la legalidad internacional, Marruecos nada tiene ni ha tenido que ver con el Sahara Occidental".

"Actualmente, el Gobierno español busca una solución que respete los derechos de ambas partes. ¿Desde cuándo un país que invade por la fuerza, masacra, no respeta ninguno de los derechos humanos, chantajea, miente, etcétera, debe ser tenido en consideración? ¿Qué oscuros intereses sirven para que los derechos del pueblo saharaui sean utilizados como moneda de cambio por un país, España, que sigue siendo la potencia colonizadora porque el conflicto del Sahara Occidental, según Naciones Unidas, sigue siendo un proceso de descolonización (el último en el mundo) inconcluso?".

"Por todo ello, el próximo día 12 nos manifestaremos en Madrid, para demostrarle al Gobierno que en este Estado hay mucha gente que no vamos a seguir tolerando por más tiempo esta situación, y que ya es hora de darle un digno final a este conflictEl grito de los inocentes
El tema, por cierto, presenta aristas sumamente complejas y delicadas, cuanto menos desde el punto de vista eminentemente humano, que siempre pesa más que los argumentos diplomáticos o de política exterior que se puedan llegar a aducir. El conflicto del Sahara Occidental, bloqueado desde hace cinco años por el rechazo de Marruecos al Plan Baker II, que había aceptado inicialmente, concita al día de hoy miradas muy poco optimistas, a juzgar por las palabras pronunciadas hace poco por el enviado personal del secretario general de la ONU para la zona, Peter Van Walsum. Desde Argelia, Walsum había dicho que el conflicto se caracteriza por una "contradicción" en la que, según explicó, "las posiciones de las partes parecen casi irreconciliables".
El enviado personal de Kofi Annan ha podido comprobar sobre el terreno que "todos los países" desean que el conflicto se solucione, si bien las dificultades son enormes. El objetivo de Van Walsum es desbloquear el proceso de paz y con esta misión ha emprendido un viaje por la zona que le ha llevado a Marruecos, los campamentos saharauis de Tinduf, en el oeste de Argelia y Mauritania, donde se ha entrevistado con los más altos representantes de estos países.o".



Cada vez surgen más voces dentro del movimiento saharaui que piden la vuelta a las armas contra Marruecos, asegurando que nunca desde 1991, se habían visto tan cerca de una guerra. El asalto, habría supuesto, según el Frente Polisario, la muerte de 18 saharauis, más de 700 heridos y 150 desaparecidos. Por otra parte la muerte del Elgarhin Nayem, el joven de 14 años tiroteado en las proximidades de Gdem Izi, y el acoso actual que viven los habitantes de El Aaiún, cercada por la policía militar marroquí, hacen que muchos vean más cercano que nunca el conflicto armado.

El silencio internacional ante la represión saharaui y ante la prohibición de paso a los corresponsales extranjeros ha incendiado los ánimos de los principales líderes saharauis, ya estén residiendo en Marruecos, España o Argelia.

El conflicto del Sáhara se alarga ya 30 años. Tres décadas que se saldan con una guerra sin cerrar, un pueblo dividido entre el exilio y la ocupación y una situación de inestabilidad que afecta a todo el Magreb.

El Sáhara Occidental fue una colonia española hasta 1975, cuando Marruecos lo invadió mediante la Marcha Verde. Para entonces, España ya se había comprometido, a instancias de la ONU, a iniciar los trámites de descolonización que contemplaban la convocatoria de un referéndum. Este referéndum no se llevó a cabo y a día de hoy tampoco se ha llegado a realizar.

Con la salida de España del territorio comenzó a librarse una guerra que enfrentó al Frente Polisario con sus vecinos del norte y el sur: Marruecos -que invadía el territorio por el norte, y Mauritania, que hacía lo propio desde el sur . En 1979, Mauritania, al borde de la quiebra, firma la paz con el Frente Polisario y renuncia a sus pretensiones sobre el territorio.

La invasión marroquí obligó a decenas de miles de saharauis a huir desierto adentro hasta territorio argelino, donde levantaron, cerca de la ciudad de Tinduf, campos de refugiados.

Araceli Mangas, catedrática de Derecho Internacional de la Universidad de Salamanca da las claves para entender hasta que punto España tiene alguna responsabilidad en el conflicto del Sáhara, afirmando que “aunque es cierto que España ya no es potencia administradora”, porque abandonó el territorio del Sahara, eso no significa que no tenga ningún tipo de responsabilidad internacional sobre un territorio que administró y que no condujo a su salida natural de manera legal: el referéndum.

“Creo que España sigue teniendo unas responsabilidades morales y éticas ante la comunidad internacional como antigua potencia administradora que no culminó plenamente su trabajo conforme a derecho y por tanto tiene autoridad moral ante Marruecos para exigir que se cumplan las normas de derecho internacional en relación a la población ocupada”, ha subrayado. Para Mangas, Marruecos tiene la soberanía “de hecho, pero no de iure”.

sábado, 4 de diciembre de 2010

MAPA DEL SAHARA




Estos son algunos de los mapas del ppt que habéis visto y comentado. Tiempo pasado y tiempo actual. Pero, ¿Cual será su futuro?

SAHARA-SAHARA




Empezamos con la realidad del pueblo saharaui