martes, 7 de junio de 2011

España entre 1982 y 1996





En octubre de 1974 en la localidad francesa de Suresnes, Felipe González era nombrado primer secretario del PSOE. Una nueva dirección formada por dirigentes del interior se hacía cargo del histórico partido. El apoyo de la Internacional Socialista, la capacidad política de los jóvenes dirigentes y el atractivo y liderazgo de Felipe González confirmaron al PSOE en el principal partido de la izquierda española y de la oposición tras las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977. Finalmente el PSOE aglutinó a todos las familias socialistas, incluido el PSP de Enrique Tierno Galván.

El partido creció de manera espectacular de los apenas 10.000 afiliados de 1976 se pasó a los más de 100.000 de 1979. Este crecimiento de aluvión mostró la pujanza y el atractivo del nuevo PSOE y, más tarde, también su fragilidad cuando disfrutando del poder estallaron varios escándalos de corrupción, el más dañino de todos el de Luis Roldán, director de la Guardia Civil. El estancamiento en el crecimiento del apoyo social evidenciado en los resultados de las elecciones de 1979 provocó una grave crisis interna, cuando en el XXVI Congreso triunfaron las tesis que propugnaban el mantenimiento de la definición marxista del partido, por lo que Felipe González no aceptó la Secretaria General. La crisis se resolvió en el congreso extraordinario de septiembre de 1979, donde las tesis de González se impusieron y configuró una dirección acorde con ellas. El tándem Felipe González-Alfonso Guerra demostró en los años que median entre Suresnes y el triunfo electoral de 1982 toda su potencialidad.

La moción de censura presentada a finales de mayo de 1980 por el PSOE debilitó a un Adolfo Suárez acosado por la crisis interna de su partido, la UCD, y confirmó la capacidad de alternativa representada por Felipe González. El fracasado golpe de estado del 23 de febrero de 1981, la debilidad de liderazgo de Leopoldo Calvo Sotelo, sustituto de Suárez como presidente del Gobierno, y el estallido interno de la UCD favorecieron el arrollador triunfo del PSOE en las elecciones del 28 de octubre de 1982. El PSOE conquistó una mayoría social histórica, con el 48,4% de los votos y 202 escaños, la izquierda recuperaba el poder por primera vez desde la época de la Segunda República. Muchas esperanzas y también incertidumbres se concitaron en torno a la llegada del PSOE al poder.

Los socialistas llegaban al gobierno con un ambicioso programa reformista, que había sido sintetizado en el slogan de la campaña electoral <>. La coyuntura política y económica era harto complicada. En el plano político dos hechos marcaban la agenda los rescoldos del fracasado golpe de estado, manifestación del difícil encaje del ejército franquista en la democracia, problema que fue solucionado definitivamente durante la gestión socialista transformado radicalmente al ejército español, y la violencia terrorista heredada del franquismo, el terrorismo de ETA se convirtió así en el principal problema de la democracia española, los intentos de encontrar una solución política desplegados por la UCD y el PSOE fracasaron estrepitosamente ante la dinámica del terror de ETA. El recurso de guerra sucia tampoco dio sus frutos, la creación de los GAL en el entorno del Ministerio del Interior sólo alimentó la espiral de violencia y dio argumentos a ETA para alistar a una nueva generación de violentos, el PSOE terminó por pagar electoralmente la violación de las normas del Estado de derecho.

Fue en el plano económico y social donde el PSOE en sus largos años de gobierno cosechó sus mejores resultados. Entre 1982 y 1985 tuvo que enfrentarse al doble reto de superar la crisis que se arrastraba desde mediados de los años setenta y las negociaciones para el ingreso de España en la Comunidad Europea. El programa económico desarrollado por Miguel Boyer y Carlos Solchaga logró finalmente, ayudado por una coyuntura económica favorable, la recuperación económica, a la vez que se desarrollaban costosos, desde el punto de vista social y económico, programas de reconversión de la obsoleta estructura económica española, la modernización de la economía fue un largo proceso que, con el ingreso de España en la CEE, uno de los grandes hitos de la etapa de gobierno socialista, permitieron el crecimiento económico de la segunda mitad de los años ochenta.

Directamente vinculado con el programa económico estuvo la política social, uno de los grandes logros de la gestión socialista fue la consolidación del Estado del bienestar en España, las reformas en sanidad, educación y prestaciones sociales elevaron el gasto público en una coyuntura económica difícil y a contracorriente en el escenario internacional, en el que predominaba la reducción del gasto público, pero lograron por vez primera en la historia de España la universalización de bienes sociales básicos como la sanidad, la educación, las pensiones y las prestaciones sociales, características del modelo de las sociedades del bienestar de la Unión Europea, hasta el punto de convertirse en el modelo socialmente aceptado por la sociedad española. También fue uno de los grandes activos de los gobiernos del PSOE el incremento de la proyección exterior de España, en primer lugar con la incorporación a Europa, donde el liderazgo de Felipe González también se dejó sentir al formar un sólido equipo con Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea, Helmuth Kohl, canciller alemán, y François Miterrand, presidente de Francia, a favor del proceso de integración que desembocó en el Tratado de Maastrich por el que la CEE se convirtió en la Unión Europea. Esa nueva proyección internacional tuvo un importante coste político para el PSOE, la celebración del referéndum de la OTAN, compromiso electoral de 1982, y la solitaria campaña del PSOE por su permanencia en la alianza militar provocó la deserción y el desengaño de sectores situados en la izquierda sociológica española.

Los días de vino y rosas del gobierno socialista comenzaron a avinagrarse en sectores importantes de sus bases sociales, especialmente entre las ilustradas clases medias urbanas. Los desencuentros con los sindicatos, particularmente con la UGT, que llevó a la ruptura de unas relaciones históricas, bajo la dirección de Nicolás Redondo, respecto de la política económica terminaron por desembocar en la convocatoria de una huelga general el 14 de diciembre de 1988 que fue seguida masivamente. Fue una llamada de atención sobre el gobierno socialista que no fue suficientemente atendida, los fastos de 1992, Olimpiadas de Barcelona y Expo de Sevilla encubrieron la erosión del apoyo social, la crisis de 1992-1993 no hizo sino profundizar la ruptura con sus bases electorales, el estallido de los escándalos de corrupción y los procesos judiciales relacionados con los GAL, que llevaron a la cúpula de Interior a la cárcel, hicieron el resto, tras la apurada victoria de 1993, y en un clima asfixiante de crispación política y acoso mediático, finalmente en las elecciones de 1996 el PSOE perdió las elecciones frente al renovado Partido Popular liderado por José María Aznar.

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