lunes, 20 de junio de 2011

Franquismo es el término empleado para referirse a la ideología política y movimiento social que sirvió de apoyo y sustento al régimen dictatorial surgido en España durante la Guerra Civil entre 1936 y 1939, y que liderado por el general Francisco Franco, prevaleció hasta su muerte en 1975.

También, y a partir del periodo conocido como posfranquismo o tardofranquismo coincidente con la Transición Española, se califica de franquista a aquellos planteamientos y posiciones políticas que se consideran afines o que recuerdan sus posturas características de corte nacionalista, conservador, antidemocrático, autárquico y católico, frecuentemente con una intención de descalificación.





ALJANDRO LANGA CANET

martes, 7 de junio de 2011

España entre 1982 y 1996





En octubre de 1974 en la localidad francesa de Suresnes, Felipe González era nombrado primer secretario del PSOE. Una nueva dirección formada por dirigentes del interior se hacía cargo del histórico partido. El apoyo de la Internacional Socialista, la capacidad política de los jóvenes dirigentes y el atractivo y liderazgo de Felipe González confirmaron al PSOE en el principal partido de la izquierda española y de la oposición tras las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977. Finalmente el PSOE aglutinó a todos las familias socialistas, incluido el PSP de Enrique Tierno Galván.

El partido creció de manera espectacular de los apenas 10.000 afiliados de 1976 se pasó a los más de 100.000 de 1979. Este crecimiento de aluvión mostró la pujanza y el atractivo del nuevo PSOE y, más tarde, también su fragilidad cuando disfrutando del poder estallaron varios escándalos de corrupción, el más dañino de todos el de Luis Roldán, director de la Guardia Civil. El estancamiento en el crecimiento del apoyo social evidenciado en los resultados de las elecciones de 1979 provocó una grave crisis interna, cuando en el XXVI Congreso triunfaron las tesis que propugnaban el mantenimiento de la definición marxista del partido, por lo que Felipe González no aceptó la Secretaria General. La crisis se resolvió en el congreso extraordinario de septiembre de 1979, donde las tesis de González se impusieron y configuró una dirección acorde con ellas. El tándem Felipe González-Alfonso Guerra demostró en los años que median entre Suresnes y el triunfo electoral de 1982 toda su potencialidad.

La moción de censura presentada a finales de mayo de 1980 por el PSOE debilitó a un Adolfo Suárez acosado por la crisis interna de su partido, la UCD, y confirmó la capacidad de alternativa representada por Felipe González. El fracasado golpe de estado del 23 de febrero de 1981, la debilidad de liderazgo de Leopoldo Calvo Sotelo, sustituto de Suárez como presidente del Gobierno, y el estallido interno de la UCD favorecieron el arrollador triunfo del PSOE en las elecciones del 28 de octubre de 1982. El PSOE conquistó una mayoría social histórica, con el 48,4% de los votos y 202 escaños, la izquierda recuperaba el poder por primera vez desde la época de la Segunda República. Muchas esperanzas y también incertidumbres se concitaron en torno a la llegada del PSOE al poder.

Los socialistas llegaban al gobierno con un ambicioso programa reformista, que había sido sintetizado en el slogan de la campaña electoral <>. La coyuntura política y económica era harto complicada. En el plano político dos hechos marcaban la agenda los rescoldos del fracasado golpe de estado, manifestación del difícil encaje del ejército franquista en la democracia, problema que fue solucionado definitivamente durante la gestión socialista transformado radicalmente al ejército español, y la violencia terrorista heredada del franquismo, el terrorismo de ETA se convirtió así en el principal problema de la democracia española, los intentos de encontrar una solución política desplegados por la UCD y el PSOE fracasaron estrepitosamente ante la dinámica del terror de ETA. El recurso de guerra sucia tampoco dio sus frutos, la creación de los GAL en el entorno del Ministerio del Interior sólo alimentó la espiral de violencia y dio argumentos a ETA para alistar a una nueva generación de violentos, el PSOE terminó por pagar electoralmente la violación de las normas del Estado de derecho.

Fue en el plano económico y social donde el PSOE en sus largos años de gobierno cosechó sus mejores resultados. Entre 1982 y 1985 tuvo que enfrentarse al doble reto de superar la crisis que se arrastraba desde mediados de los años setenta y las negociaciones para el ingreso de España en la Comunidad Europea. El programa económico desarrollado por Miguel Boyer y Carlos Solchaga logró finalmente, ayudado por una coyuntura económica favorable, la recuperación económica, a la vez que se desarrollaban costosos, desde el punto de vista social y económico, programas de reconversión de la obsoleta estructura económica española, la modernización de la economía fue un largo proceso que, con el ingreso de España en la CEE, uno de los grandes hitos de la etapa de gobierno socialista, permitieron el crecimiento económico de la segunda mitad de los años ochenta.

Directamente vinculado con el programa económico estuvo la política social, uno de los grandes logros de la gestión socialista fue la consolidación del Estado del bienestar en España, las reformas en sanidad, educación y prestaciones sociales elevaron el gasto público en una coyuntura económica difícil y a contracorriente en el escenario internacional, en el que predominaba la reducción del gasto público, pero lograron por vez primera en la historia de España la universalización de bienes sociales básicos como la sanidad, la educación, las pensiones y las prestaciones sociales, características del modelo de las sociedades del bienestar de la Unión Europea, hasta el punto de convertirse en el modelo socialmente aceptado por la sociedad española. También fue uno de los grandes activos de los gobiernos del PSOE el incremento de la proyección exterior de España, en primer lugar con la incorporación a Europa, donde el liderazgo de Felipe González también se dejó sentir al formar un sólido equipo con Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea, Helmuth Kohl, canciller alemán, y François Miterrand, presidente de Francia, a favor del proceso de integración que desembocó en el Tratado de Maastrich por el que la CEE se convirtió en la Unión Europea. Esa nueva proyección internacional tuvo un importante coste político para el PSOE, la celebración del referéndum de la OTAN, compromiso electoral de 1982, y la solitaria campaña del PSOE por su permanencia en la alianza militar provocó la deserción y el desengaño de sectores situados en la izquierda sociológica española.

Los días de vino y rosas del gobierno socialista comenzaron a avinagrarse en sectores importantes de sus bases sociales, especialmente entre las ilustradas clases medias urbanas. Los desencuentros con los sindicatos, particularmente con la UGT, que llevó a la ruptura de unas relaciones históricas, bajo la dirección de Nicolás Redondo, respecto de la política económica terminaron por desembocar en la convocatoria de una huelga general el 14 de diciembre de 1988 que fue seguida masivamente. Fue una llamada de atención sobre el gobierno socialista que no fue suficientemente atendida, los fastos de 1992, Olimpiadas de Barcelona y Expo de Sevilla encubrieron la erosión del apoyo social, la crisis de 1992-1993 no hizo sino profundizar la ruptura con sus bases electorales, el estallido de los escándalos de corrupción y los procesos judiciales relacionados con los GAL, que llevaron a la cúpula de Interior a la cárcel, hicieron el resto, tras la apurada victoria de 1993, y en un clima asfixiante de crispación política y acoso mediático, finalmente en las elecciones de 1996 el PSOE perdió las elecciones frente al renovado Partido Popular liderado por José María Aznar.

FRANQUISMO


Evolución política 1959-1975

El inmovilismo político de los sesenta

Pese profundos cambios económicos y sociales de la década de los sesenta, el inmovilismo, la ausencia de cambios importantes, caracterizaron a la política del período. No obstante, se pueden reseñar algunos elementos nuevos que posteriormente tendrían gran trascendencia:

· La renovación de la Iglesia Católica en el Concilio Vaticano II propiciaron el alejamiento de la Iglesia y el régimen franquista. Las tensiones fueron crecientes entre los que habían sido estrechos aliados.

· Resurgimiento de las tensiones nacionalistas y aparición del terrorismo de ETA. En 1959, un grupo de jóvenes abandonaron el PNV y crearon ETA, Euzkadi ta Askatasuna, (Patria Vasca y Libertad). Esta nueva organización nacionalista radical optó unos años después por aplicar tácticas terroristas.

· Aumento de los conflictos laborales desde 1961. Las reivindicaciones de las huelgas fueron pasando poco a poco de cuestiones laborales (salarios, jornada de trabajo) a la denuncia política (libertades sindicales y políticas).

La respuesta del régimen a cualquier disidencia siguió siendo puramente represiva. Dos ejemplos bastan:

· En 1963, un militante clandestino del Partido Comunista, Julián Grimau, fue ejecutado por delitos cometidos en la guerra civil. Las protestas internacionales fueron generalizadas.

· En 1962, tras pedir España la adhesión a la CEE, un grupo de representantes de la derecha liberal que vivían en el exilio se reunió en Munich y pidió que no se admitiera a España hasta que no se estableciera en el país un régimen democrático basado en las libertades políticas. La prensa franquista organizó un enorme escándalo contra lo que se vino a denominar el Contubernio de Munich.

Mientras el régimen aplicó pequeños e insuficientes cambios legislativos, que no cambiaron para nada su esencia dictatorial:

· La Ley de Prensa de 1966, aprobada por el entonces ministro de Información, Manuel Fraga, aunque levantó algo la presión de la censura, no significó ningún avance significativo.

· La Ley Orgánica del Estado de 1966. Última de las Leyes Fundamentales del Movimiento que no trajo ningún cambio de interés.

· Forzado por su avanzado edad, Franco tuvo finalmente que designar un sucesor. En 1969, Juan Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII, fue designado sucesor "a título de Rey".

Una creciente oposición

Los años finales de los sesenta y los principios de los setenta vinieron marcados por un fuerte crecimiento de la oposición en las fábricas, donde había renacido un sindicalismo clandestino y en las universidades.

La represión fue la respuesta. La policía política, la Brigada Político-Social, no dudaba en aplicar la tortura en las comisarías. Los opositores al régimen pasaron a ser juzgados por un tribunal especialmente creado para ejecutar la represión, el Tribunal de Orden Público.

En ese contexto tuvo lugar el primer atentado de ETA. La respuesta fue una represión indiscriminada que, de hecho, provocó el aumento del apoyo social a la banda. Un momento clave fue la celebración en 1970 del denominado Juicio de Burgos ante una corte militar. Nueve etarras fueron condenados a muerte lo que desencadenó protestas internacionales y en el país. La presión internacional llevó a que finalmente las condenas fueron conmutadas. La brutalidad del franquismo provocó que muchos entre la opinión liberal y de izquierdas no se dieran cuenta del real significado del terrorismo nacionalista de ETA.

La avanzada edad del dictador y la creciente presión de la oposición llevaron a la formación de dos tendencias dentro del régimen. Por una lado, los que se empezaron a llamar "aperturistas", estos, sin cuestionar la figura de Franco, defendieron la necesidad de aplicar pequeñas reformas en un sentido democrático y parlamentario. Por otro lado, lo que se vino a denominar el "bunker". Aquí se agruparon los sectores más extremistas y violentos, contrarios a cualquier cambio.

Para aliviar al senil Franco de las tareas cotidianas de gobierno, en 1973, Carrero Blanco, un militar partidario de la línea dura, fue nombrado presidente del gobierno. Carlos Arias Navarro fue nombrado ministro de Gobernación.

El nuevo gobierno se estrenó con la organización el 20 de diciembre de ese mismo año de un juicio, el Proceso 1001, contra dirigentes del sindicato clandestino Comisiones Obreras. Entre ellos su principal líder, el comunista Marcelino Camacho.

Ese mismo día, ETA consiguió dar el golpe más importante de su historia, Carrero Blanco fue asesinado en Madrid. La muerte de su principal colaborador fue un duro golpe para un Franco cada vez más próximo a su final.

Los últimos momentos de la vida de Franco

La vida del dictador terminó en un contexto complejo y conflictivo:

El enfrentamiento con la Iglesia llegó a extremos que hubieran sido inconcebibles unos años antes. Ante la amenaza de expulsar de España a Añoveros, obispo de Bilbao que había publicado una pastoral defendiendo la identidad cultural y lingüística del pueblo vasco, el Vaticano contestó con la advertencia de que tal expulsión significaría la ruptura del Concordato y la excomunión de quien lo llevara a cabo.

En septiembre de 1975, tras un juicio militar, fueron condenados a muerte y ejecutados cinco militantes del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico - organización terrorista creada dos años antes) y de ETA. De nuevo, hubo grandes protestas internacionales.

El rey marroquí Hassan II organizó la Marcha Verde, reclamando el Sahara occidental español. En el momento en que se iniciaba la agonía de Franco, el gobierno cedió y, violando el mandato de la ONU, España cedió su antigua colonia a Marruecos y Mauritania.

Finalmente, tras tres meses y medio de enfermedad, Franco murió el 20 de noviembre de 1975.

Evolución económica y social 1959-1975

El Plan de Estabilización de 1959

Diseñado por los tecnócratas del Opus Dei, que habían accedido al gobierno en 1957, este plan económico fue elaborado siguiendo las indicaciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Se trataba ante todo de liberalizar la economía, acabando con el período autárquico e intervencionista. Se recortó el gasto público y disminuyó el intervencionismo del estado, a la vez que se abría la economía al exterior, devaluando la peseta y liberalizando las inversiones extranjeras.

Las consecuencias se apreciaron en poco tiempo. A partir de 1961, tras reducirse el déficit del estado y recibir abundantes inversiones del exterior, España inició un acelerado crecimiento económico.

El desarrollo económico de los años sesenta

El período 1961-1973 vino marcado por un rápido crecimiento industrial y del sector servicios. La apertura económica al exterior provocó un verdadero aluvión de inversiones extranjeras que llegaron atraídas por los bajos salarios.

El desarrollo industrial desencadenó una intensa emigración de mano de obra campesina hacia las ciudades y hacia Europa. A la vez que la agricultura se modernizaba, amplias zonas del interior quedaban desertizadas.

En el terreno comercial, España alcanzó un superávit en su balanza de pagos. El tradicional déficit de la balanza comercial se vio compensado por los ingresos procedentes del espectacular desarrollo del turismo, las inversiones extranjeras y las remesas enviadas por los emigrantes en Europa.

Para tratar de encauzar el crecimiento económico, el gobierno aprobó a partir de 1963 varios Planes de Desarrollo. Basados en los incentivos fiscales y en las ayudas estatales tuvieron un resultado bastante inferior al previsto. La economía siguió creciendo pero la planificación no funcionó. El mejor ejemplo fue el creciente desequilibrio entre las diferentes regiones del país.

En definitiva el período 1961-1973 estuvo marcado por un gran desarrollo económico, inserto en un marco general de expansión europea y mundial. Ese contexto exterior favorable permitió abundantes inversiones extranjeras, una masiva llegada de turistas y la eliminación del paro mediante la emigración a Europa.

Los grandes cambios sociales de los años sesenta

Tras los duros años de la posguerra, en los que la sociedad española había quedado anclada a un tipo de sociedad arcaica, los años sesenta presenciaron un acelerado cambio social. Estos fueron algunos de sus principales rasgos:

Masiva emigración rural a las ciudades y a Europa occidental. Más de un millón de españoles se desplazaron a Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y otros países europeos para desempeñar los trabajos que no querían los nativos.

La emigración trajo consecuencias positivas como la reducción del paro o el ingreso de las abundantes remesas enviadas por los emigrantes, pero trajo consigo el desarraigo humano que toda emigración implica y la agudización de las diferencias de riqueza entre las diversas regiones del país.

Fuerte incremento de la población. A la vez que se reducía la tasa de mortalidad, la tasa de natalidad se mantuvo en valores muy altos e incluso aumentó.

Para atender las necesidades de esta población creciente el gobierno no aumentó el gasto público lo que llevó a que los servicios públicos fueran claramente insuficientes:

En el terreno educativo el número de escuelas e institutos fue muy por detrás de las necesidades de una creciente población infantil y juvenil.

Aunque se crearon algunos enormes hospitales y desde 1963 aumentaron las prestaciones sanitarias y los sistemas de pensiones, la cobertura sanitaria siguió estando muy alejada de lo que requería una sociedad moderna.

El crecimiento demográfico provocó un enorme déficit en vivienda que trató de resolverse mediante grandes operaciones inmobiliarias en las ciudades españolas. Estos nuevos barrios nacieron a menudo sin equipamientos sociales y urbanos básicos.

La sociedad de consumo

Pese a sus limitaciones, el desarrollo económico propició la aparición de la sociedad de consumo en España. La extensión del uso de electrodomésticos, dos tercios de los hogares tenían televisión en 1969, y del coche, un cuarto de las familias españolas poseían un automóvil ese mismo año, fueron los elementos que mejor ejemplificaron la nueva sociedad.

La sociedad de consumo, caracterizada por el acceso a más información y por una mayor movilidad, trajo, especialmente entre los más jóvenes, una nueva mentalidad que chocaba con el tradicionalismo del régimen:

· Progresiva relajación de la importancia de la Iglesia.

· Nuevos hábitos de relación social y nuevas pautas de relación entre ambos sexos.

· Modas, costumbres e indumentarias que llegaron a través del turismo.

La oposición al régimen franquista

La República en el exilio

Los dirigentes republicanos huidos del país en 1939 mantuvieron un gobierno de la República en el exilio tratando de mantener la legalidad surgida de la Constitución de 1931. Sus esperanzas estaban depositadas en que la derrota de Hitler supondría la intervención de las tropas aliadas y el fin de la dictadura de Franco. Todas estas esperanzas vinieron a su fin cuando España ingresó en la ONU en 1955.

La guerrilla antifranquista

Según las tropas franquistas fueron ocupando las diferentes regiones del país muchos combatientes republicanos, huyendo de la represión, se "echaron al monte" formando grupos de guerrilleros, los maquis.

Las acciones guerrilleras se intensificaron tras la derrota nazi en 1945. Los maquis trataban de colaborar con la anhelada intervención de los aliados en España. La dura represión y el final de las esperanzas de una intervención exterior llevaron a que en 1948 el PCE renunciara a la lucha armada y llamará a los guerrilleros a huir del país.

La oposición interior en la posguerra

La represión de la guerra y la posguerra desmanteló los cuadros políticos y sindicales de la izquierda. Las primeras huelgas en 1946-1947 fueron duramente reprimidas y la oposición continuó silenciada.

Las primeras protestas sociales y la crisis universitaria de 1956

En 1951, el boicot a los tranvías de Barcelona por la subida de tarifas constituyó la primera protesta de masas en la historia del franquismo.

En la universidad, las tensiones fueron creciendo en demanda de más libertad en las cátedras y en las aulas. El malestar universitario culminó en los incidentes de la Universidad Complutense de Madrid en 1956 con enfrentamientos entre los estudiantes y los falangistas del SEU. Estos incidentes, que provocaron la dimisión del ministro de Educación Ruiz-Giménez, mostraron la aparición de una nueva generación, formada esencialmente por los hijos de los vencedores, que iniciaba su oposición a la dictadura.

Los partidos y sindicatos de oposición

Los diferentes grupos políticos y sindicales se adaptaron de diferente forma a la dura represión del franquismo y a la evolución de la sociedad española. Mientras que el PSOE se convirtió en un partido débil y dividido entre sus dirigentes del exilio y del interior, el PCE pasó a constituirse en el principal partido de la oposición con una fuerte estructura clandestina. Mientras, los anarquistas, así como los republicanos, prácticamente desaparecieron.

La oposición de liberales o monárquicos solo apareció al final de la Dictadura en torno a algunos medios de comunicación.

En el terreno sindical destaca el nacimiento en 1962 de las Comisiones Obreras. Propiciadas por el Partido Comunista, se basaron en el aprovechamiento de las fisuras legales que permitía la legislación franquista y en la infiltración en la Organización Sindical. Los sindicatos históricos, la UGT y la CNT, apenas tuvieron presencia durante la dictadura.

La creciente lucha de los años sesenta y setenta

Los cambios sociales y la proximidad de la muerte del dictador facilitaron la extensión de las actividades de oposición a la dictadura. Diversos movimientos de protesta confluyeron en el período final del franquismo:

El movimiento obrero, organizado esencialmente en torno a CC.OO. y alentado por el PCE, pasó de las reivindicaciones laborales a la concienciación política antifranquista.

Los movimientos nacionalistas se reforzaron en diversas capas sociales de Cataluña. En el País Vasco, junto a un cada vez más influyente PNV, ETA fue acrecentado su protagonismo con sus acciones terroristas.

Participando en la medida de la posible de un contexto internacional marcado por la protesta juvenil, el movimiento estudiantil se extendió y las protestas estudiantiles alcanzaron una importante repercusión social.

El Concilio Vaticano II favoreció la extensión de movimientos católicos de base críticos con el franquismo que colaboraban con los partidos de oposición y el movimiento obrero. Incluso, sectores influyentes de la Iglesia Católica mostraron una creciente lejanía respecto a la dictadura.

En definitiva, sin poder derrumbar al régimen franquista, los movimientos de oposición consiguieron crear una amplia red social de contestación a la dictadura que aflorará tras la muerte de Franco y que fue clave para la transición a la democracia.